Europa, el ajuste

5 JUN 2011


Europa: el ajuste autodestructivo

Un razonamiento económico fantasioso llevó a sostener que bajando el gasto se iba a crear empleo.


PorPaul Krugman PREMIO NOBEL DE ECONOMIA 2008 Traducción: Beatriz Cádiz

Suelo quejarme, y con razón, del estado del debate económico en EE.UU. Y la irresponsabilidad de ciertos políticos –como esos republicanos que sostienen que no sería gran cosa que la deuda de los EE.UU.entrara en default – da miedo.


Pero por lo menos en EE.UU. los miembros del comité del dolor –aquellos que sostienen que, ante el desempleo, subir las tasas de interés y recortar el gasto público de alguna manera mejorará las cosas y no las empeorará– fueron obligados a retroceder por la Reserva Federal y el gobierno de Obama.

En Europa, por el contrario, el comité del dolor viene al timón desde hace un año, sosteniendo que una moneda sana y presupuestos equilibrados son la panacea. Esa idea se ha sostenido en fantasías económicas, en particular la creencia en el hada de la confianza : o sea, la creencia en que bajando el gasto se va a crear trabajo, porque la austeridad fiscal hará aumentar la confianza del sector privado.

Lamentablemente, el hada de la confianza se rehúsa a aparecer. Y la disputa sobre cómo manejar una realidad inconveniente amenaza con hacer de Europa el detonante de una nueva crisis financiera .

Al crearse el euro en 1999, países que antes eran considerados de riesgo (y que, por ende, tenían límites en lo que podían pedir prestado), comenzaron a experimentar la llegada de enormes flujos de capital. Después de todo –pensaron al parecer los inversores– Grecia, Portugal, Irlanda, España eran miembros de la unión monetaria europea ¿qué podía salir mal? La respuesta a esa pregunta ahora es penosamente obvia. El gobierno de Grecia pudo endeudarse a tasas apenas más altas que las que paga Alemania, y contrajo demasiada deuda. Irlanda y España no lo hicieron (Portugal está en algún punto intermedio), pero sus bancos sí, y cuando estalló la burbuja, los contribuyentes se encontraron en el horno por las deudas bancarias. Los problemas empeoraron dado que el boom de 1999-2007 dejó a los precios y costos de los países deudores muy desalineados con los de sus vecinos.

¿Qué hacer? Los líderes europeos dieron préstamos de emergencia a los países en crisis, pero a cambio de promesas de programas salvajes de austeridad . El reparo de que esos programas serían autodestructivos –al ahondar la depresión reducirían los ingresos– no fue considerado. Se sostenía que la austeridad iba a ser expansionaria porque mejoraría la confianza.

Nadie compró la doctrina de la austeridad expansionaria más plenamente que Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo. Bajo su conducción el BCE comenzó a predicar la austeridad como el elixir económico que debía aplicarse en todos lados, hasta en países como Gran Bretaña y EE.UU., que aún tienen desempleo alto y no están bajo ninguna presión de los mercados.

Pero, como dije, el hada de la confianza no vino. Las economías de los países endeudados de Europa, como era de esperar, están peor gracias a estos programas de austeridad, y la confianza cae en vez de crecer. Ahora ya está claro que Grecia, Irlanda y Portugal no pueden y no van a pagar el total de sus deudas, aunque España podría arreglárselas.

Para ser realistas, entonces, Europa necesita prepararse para algún tipo de quita de la deuda, que combine alguna ayuda de las economías fuertes y algún “recorte de pelo” a los acreedores privados, quienes tendrán que aceptar recibir menos que el total adeudado.

El realismo, sin embargo, parece estar escaseando.

Por un lado, Alemania está adoptando una línea dura contra todo lo que se parezca a una ayuda a los vecinos en problemas, pese a que un importante motivo del actual programa de rescate fue el objetivo de blindar a los bancos alemanes contra pérdidas.

Por el otro lado, el BCE está comportándose como si estuviera decidido a provocar una crisis financiera. Comenzó por subir tasas de interés a pesar del terrible estado de muchas economías europeas. Los funcionarios del BCE han estado previniendo contra cualquier tipo de recorte de la deuda –de hecho, a fines del mes pasado un miembro del consejo directivo sugirió que aún una débil restructuración de los bonos griegos haría que el BCE cesara de aceptar estos bonos como colaterales por los préstamos a los bancos griegos. Esto significó declarar que si Grecia busca un alivio sobre su deuda, el BCE dejará caer el sistema bancario griego, críticamente dependiente de esos préstamos. Si los bancos griegos se desploman, eso bien podría forzar a Grecia a salir de la zona euro, y es fácil ver cómo comenzaría un dominó financiero que se esparciría a través de gran parte de Europa.



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