Incertidumbre económica

Por Manuel Fernández López

Conocer las causas y efectos de los fenómenos no supone crearlos ni dominarlos. El meteorólogo puede saber todo del arco iris, pero no puede crearlo ni alterar sus colores. De igual modo, un economista que sepa todo lo conocido sobre la incertidumbre económica, poco puede hacer para contrarrestarla, aunque puede señalar sus efectos. Una inversión –adquirir maquinaria y equipos, edificar una nueva planta– es una decisión que involucra desembolsos hoy, que se comparan con incrementos de ganancias en el futuro. Si las ganancias futuras pueden ser calculadas con algún grado de probabilidad, la decisión puede tomarse sobre una base racional. Pero precisamente la incertidumbre se caracteriza por no ser posible asignar una distribución de probabilidad a los resultados futuros. Cabe recordar el caso que planteó Adam Smith, de la elección de una carrera o profesión, donde las profesiones manuales (zapatero, p. ej.) prometían un ingreso futuro moderado pero seguro, mientras las profesiones liberales (abogado, p. ej.) prometían un ingreso elevado, pero de cumplimiento incierto. El efecto de la incertidumbre económica es trabar la toma de decisiones, al hacer tan posible el éxito total como el fracaso total, lo que suele concluir en la abstención de invertir según el inversor sea amante del riesgo o averso al riesgo. El principal efecto de la incertidumbre es desanimar las decisiones de invertir, lo que a su vez ocasiona un doble perjuicio a la economía de un país: en el corto plazo, paraliza el efecto expansivo de nuevas inversiones, a través del multiplicador de la inversión sobre la demanda de trabajo; y si ello ocurre en una situación recesiva, alarga su duración en el tiempo. En el largo plazo, demora la ampliación de la capacidad productiva, condición necesaria para el crecimiento económico. Cuando la incertidumbre crece y bloquea las inversiones de particulares, tenemos un grave problema. ¿Quién vendrá a ayudarnos? No por cierto el Chapulín Colorado, pero sí las obras públicas, en infraestructura de energía y transporte público, viviendas, escuelas y hospitales, supletorias de la ausencia temporaria de la inversión privada. Lo cual traslada a la órbita pública el problema de financiar la inversión. Cerrado el crédito externo, ¿se usaría el ahorro voluntario? ¿el ahorro forzoso? ¿retenciones a la exportación? ¿fondos previsionales?

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