El Acelerador

por Fernandez Lopez

Un caso reciente que todos conocemos es la relación entre la venta de granos y la demanda de maquinaria agrícola. La Resolución 125 de marzo pasado afectó sensiblemente la comercialización de granos, en momentos en que, dada la explosión de la demanda mundial de alimentos, todos los productores esperaban no sólo una venta rápida y segura de las producciones presentes y futuras, sino a precios muy altos. El complemento de esos cálculos era un incremento en la compra de maquinaria agrícola. El paro del campo hizo que las ventas de granos cayesen o al menos se estancasen. Eso, más temprano que tarde, dio por terminada la fiesta en las fábricas de maquinaria agrícola, cuya fotografía pudo verse no hace mucho en la feria de Armstrong. Lo dramático es que las fluctuaciones no se circunscriben al sector que las inicia –en este caso, la actividad agropecuaria– y se transmiten al conjunto de las actividades a través del circuito económico, que se encarga de añadirle otros condimentos, como incertidumbre, expectativas pesimistas, etc. De tal modo, lo que sólo era una reducción de las ventas de producciones agrícolas y su impacto en la fabricación de maquinaria agrícola se magnifica y se convierte en un caída global de consumo, inversión y empleo. Acostumbrados a no llamar por su nombre a los acaecimientos funestos, solemos decir: “la economía se ha enfriado”. La relación, comúnmente llamada principio de aceleración, tuvo un papel en la explicación del ciclo económico. Su descubridor fue el economista franco-búlgaro Albert Aftalion (1874-1956) en Les crises périodiques de surproduction (1913).

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