A bajar la pobreza sin intervenir el Indec

Nación 25/05/08

A bajar la pobreza sin intervenir el Indec

Por Jorge Paz Para LA NACION

No se sabe de verdad a cuánto asciende la pobreza, a pesar de que se dispone de buenas metodologías de medición. Tampoco se sabe, entre tantas otras cosas, a cuánto asciende el costo de la canasta del argentino promedio, porque se desconoce la canasta (no los precios). Pero lo principal es que todos saben que se desconocen esos datos y que son muy necesarios para orientarse; para mirar el ahora y conocer hacia dónde se está yendo.

Según una estimación propia, muy conservadora por cierto, me dice que alrededor de un 35% de la población del país estaría por debajo del nivel de pobreza, frente al 20% que maneja el Gobierno por estos días. Una diferencia de 15 puntos porcentuales, que equivale, más o menos, a unos cinco millones de personas. Esa cifra es un promedio nacional. Esto quiere decir que esconde disparidades regionales muy marcadas. Así, en ciudades como Gran Resistencia, Formosa y Santiago del Estero, la pobreza podría superar el 60%, mientras que en otras, como Ushuaia y Río Gallegos, podría estar en el orden de un 10%, o un poco menos tal vez. Si se mira lo que ocurrió en el último año, la estimación da unos no despreciables seis puntos porcentuales de diferencia, es decir que en un año se habrían sumado a la pobreza un poco más de dos millones de personas. La contabilidad de la pobreza tiene dos componentes, que son los conductores en el momento de comenzar a pensar políticas de alivio y de reducción. Esta contabilidad surge de comparar el costo de una canasta con los ingresos de la población; el consumo necesario con el consumo posible. Así, las medidas de política para disminuir la pobreza, pueden clasificarse en las orientadas a bajar el valor de la canasta, y en las otras, destinadas a aumentar los ingresos de la población. Para el corto plazo eso significa actuar con una política fiscal combinando gastos y transferencias; mientras que para el largo plazo, implica la tarea más compleja de romper un equilibrio de bajo nivel, un verdadero círculo vicioso. La política fiscal se refiere a impuestos que recaen sobre los bienes que consumen en mayor proporción los sectores de menores ingresos. En este sentido, una reducción generalizada del IVA sobre los productos básicos de una canasta establecida y consensuada podría contribuir a la caída del valor de la línea de pobreza. Las transferencias podrían orientarse hacia partidas que, según se sabe, tienen un impacto mayor sobre los individuos situados en los tramos más bajos de la distribución del ingreso. Según algunos estudios recientes, los gastos más beneficiosos para los pobres son los ligados a la educación básica, al primer nivel de atención en salud y las transferencias condicionadas de ingresos bien focalizadas. Procesos de transición La focalización correcta no es una tarea imposible; es más, resulta imprescindible para un Estado conocer quiénes quedan excluidos de los procesos de transición como el que experimenta la Argentina. Por el lado de los ingresos todas las políticas del mercado de trabajo que favorezcan la inserción laboral de los trabajadores menos calificados operarían a favor de un crecimiento pro pobre. Se sabe que en la estructura económica hay sectores más intensivos en el uso de la mano de obra no calificada. La construcción, la industria manufacturera y las pequeñas unidades agrícolas son ejemplos de ramas que contribuyen a reducir tanto la desigualdad de ingresos como la pobreza absoluta. Nótese que en este caso no se discute la tasa de crecimiento de la economía, sino la estructura del crecimiento. Todo crecimiento es bueno, pero "hay crecimientos que son más buenos que otros". Obstruir la entrada a la pobreza y facilitar la salida. Esos son los dos objetivos. Los instrumentos que permiten alcanzar uno de ellos no necesariamente son los mismos que permiten alcanzar el otro. La educación básica compulsiva y la creación de empleos productivos son políticas de largo alcance, que apuntan de manera directa a la ruptura de los círculos viciosos. La transmisión intergeneracional de la pobreza, que se transmite de padres a hijos, es la generadora de los núcleos duros que sólo se doblegan con un antídoto: el crecimiento económico vigoroso y sostenido, sea bueno o malo. El autor es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

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