Crisis 2008 , diagnóstico , soluciones ( Keynes )

La evidencia acumulada sobre el impacto negativo de tales políticas es muy robusta. Tales políticas liberales han conseguido unos resultados contrarios y opuestos a los que esperaban. (Ver el libro Navarro, V. (ed) Neoliberalism, Globalization and Inequalities. Consequences for Quality of Life. Baywood 2007). El crecimiento económico ha disminuido y el desempleo ha aumentado en la UE. Lo que sí consiguieron estas políticas liberales fue un crecimiento muy notable de las rentas empresariales, muy en especial las financieras, a costa de las rentas del trabajo, alcanzando unas desigualdades de renta inexistentes desde principios del siglo anterior (durante la época que desembocó en la Depresión). Las desigualdades de renta en el año 2007 alcanzaron niveles sin precedentes en la mayoría de países de la OECD que aplicaron tales políticas, teniéndose que remontar al año 1929, año que se inició la Gran Depresión, para encontrar niveles semejantes. Hoy muy pocos economistas en el mundo niegan que las desigualdades sociales, tanto a nivel mundial como en la mayoría de países donde tales políticas se han desarrollado, hayan alcanzado unos niveles que no se habían visto desde principios del siglo XX. Y las políticas liberales citadas en el párrafo anterior han sido determinantes en el crecimiento de tales desigualdades. Es sorprendente que en España, tal realidad es todavía cuestionada por gran número de economistas que reproducen el pensamiento liberal que domina la literatura económica española, dominio que se explica por la enorme influencia que las empresas financieras tienen en configurar el pensamiento económico en la literatura económica. La banca y las cajas influencian el conocimiento económico en una manera semejante a como la industria farmacéutica influencia el conocimiento clínico en España. Los centros de estudios del Banco de España, así como de los bancos y de las cajas y las revistas profesionales que financian, influencian enormemente el pensamiento económico español, lo cual explica el gran dominio que el liberalismo económico tiene todavía hoy en nuestro país. No así en otros países como EUA, donde tal pensamiento liberal está muy desacreditado como lo muestra el resultado de una encuesta reciente realizada a economistas universitarios. Éstos atribuían la crisis económica al desarrollo de tales políticas liberales y muy en especial a la gran desregulación de los mercados financieros, iniciada por la Administración Reagan y expandida durante las Administraciones Bush (padre e hijo) y Clinton (Center for Economic and Policy Research. Washington D.C. 2008). Cuando en EUA, el liberalismo económico está claramente de capa caída, en España continua boyante, reproduciéndose incluso en muchas de las intervenciones públicas del equipo económico del gobierno socialista. Tal dominio ideológico del pensamiento económico se refleja en esta nueva sabiduría convencional que se está creando en España (con su llamada a apretarse los cinturones), reproducida fielmente por las enormes cajas de resonancia que aportan los medios de información y persuasión próximos a aquellos grupos de presión.El gran error de las propuestas que se están haciendo para resolver la crisis.El gran error de esta nueva sabiduría convencional es que basa sus recetas económicas de austeridad en una interpretación equivocada de las causas de la crisis económica y financiera. Atribuye la crisis a un exceso del gasto público y a una falta de modernización salarial, que crea un exceso de la demanda que debe reducirse. La causa de la crisis es, sin embargo, la escasez de tal demanda. En realidad, la crisis económica actual es muy parecida a la que ocurrió en el periodo de principios del siglo XX, conocida como la Gran Depresión. Las causas de aquella crisis están bien documentadas en los trabajos de James Galbraight, entre otros. Las políticas públicas del gobierno federal de EE.UU. que incluyeron políticas de reducción del intervencionismo público y desregulación de los mercados, incluyendo mercados financieros, crearon una enorme concentración de la riqueza y de la renta nacional en aquel país. Las rentas del capital (y muy especialmente del capital financiero) aumentaron espectacularmente a costa de las rentas del trabajo, tal como ha ocurrido en el mundo en los últimos treinta años. Ello significó que mientras los bancos tenían mucho dinero (los ricos tienen menos necesidades de consumo y ahorran gran cantidad de su renta, que depositan en los bancos), la mayoría de la población no tenía suficiente para llegar a fin de mes (como está ocurriendo, también, ahora). Se creó lo que se llama un problema grave de demanda. La gente no tenía dinero para comprar y estimular el crecimiento de la producción y del PIB. La moda intelectual en los medios de comunicación próximos a la banca sostenía que el sector público debiera ser lo más pequeño posible, tal como creía y continúa acentuando el dogma liberal. Ni más ni menos como ahora. Las propuestas de la comunidad bancaria de ahora ya se experimentaron entonces con el resultado por todos conocido: la Gran Depresión Mundial. En realidad, la gran concentración de la banca creó una crisis del mismo sistema bancario, creando el desplome de gran número de bancos que no pudieron competir con los grandes conglomerados financieros que se estaban creando.La solución liderada por el Presidente Franklin Roosevelt a aquella crisis fue aumentar la demanda. Se redistribuyeron las rentas para que la población asalariada tuviera más capacidad de consumo, y se aumentó el gasto público, a través del establecimiento del estado del bienestar (el “New Deal”) y más tarde de la II Guerra Mundial, que facilitó el gran intervencionismo del sector público que fue el que resolvió la crisis, iniciándose la llamada época dorada del capitalismo, que duró hasta finales de los años setenta. Los mercados laborales y los mercados financieros fueron regulados. Los primeros garantizaron unos salarios y una protección social que facilitaron la demanda y el estímulo del crecimiento económico. Salarios altos forzaron una mayor inversión empresarial que determinó una mayor productividad (al revés de lo que se cree en España, que asume que la baja productividad es la causa de los bajos salarios, revirtiendo la causalidad, pues es precisamente el salario alto el que fuerza al empresario a aumentar la productividad del trabajador). Y la regulación de los bancos, con clara supervisión por un Banco Central llamado Federal Reserve Board que tenía (y continúa teniendo) como objetivo el estimular el crecimiento económico, además de controlar la inflación. Tal como había indicado el Presidente Franklin Roosevelt, “hasta ahora nos habían dicho que el egoísmo y el individualismo eran necesarios para conseguir una economía eficiente. Lo que hemos visto es que, por el contrario, es la solidaridad la que es condición necesaria para tener una economía eficiente” (discurso del Presidente Roosevelt en Chicago en el congreso de los sindicatos estadounidenses de 1942). Fue durante esta época que se desarrolló el estado del bienestar en la mayoría de los países desarrollados. Y fue también durante esta época (el periodo 1950-1980) que la calidad de vida de las poblaciones de tales países mejoró sustancialmente, basándose este mejoramiento social y económico en un pacto entre el mundo empresarial y los sindicatos que fue roto más tarde, en los años ochenta, por el mundo financiero y empresarial, bajo la dirección política del Presidente Reagan en EE.UU. y la Sra. Thatcher en Gran Bretaña. A partir de entonces se introdujeron políticas públicas encaminadas a debilitar la intervención del estado, desregulando los mercados financieros (de manera que los bancos pudieran hacer lo que quisieran, con escasa regulación) y desarrollando políticas altamente regresivas que incrementaron enormemente la renta de los ricos a costa de la renta de los trabajadores. También se hicieron reformas fiscales que beneficiaron enormemente a las rentas superiores. El tipo máximo, en el promedio de los países de la OECD, bajó del 67% en 1980 al 43% en el 2000 (en EUA pasó del 70% al 35%, y en España pasó del 66% al 35%, el más bajo de la OECD, junto con EEUU), incrementándose enormemente las rentas disponibles del sector minoritario de la población que gozó de gran renta. Los salarios, por el contrario, se mantuvieron constantes o se redujeron, según el país, forzando un mayor incremento del número de horas por trabajador (España es el país de la UE-15 en el que un trabajador trabaja más horas al año, 1814 horas, habiendo aumentado diez horas desde los años ochenta) y un incremento de miembros de la familia que trabajaron para mantener la misma capacidad adquisitiva, la cual, a pesar de estos factores se mantuvo constante y/o se redujo, según el país.Resultado de esta situación, nos encontramos, como ya pasó a principios del siglo XX, con una enorme polarización de las rentas. En un extremo nos encontramos con un sector de la población muy pequeño que tiene enormes rentas. En el otro lado, la mayoría de la población trabajadora que tiene problemas para llegar a fin de mes. En medio, unas clases medias que se están reduciendo. Esta situación alcanza una situación extrema en EUA donde un tercio de la población sería pobre si se utilizara la definición de pobre que se utiliza en la UE. EUA es el país más desigual de la OECD. España es uno de los más desiguales de la UE. Puesto que no hay suficiente crecimiento de la demanda de productos, nos encontramos con que hay una crisis de producción, es decir, una crisis resultado de que no haya suficiente demanda para los productos producidos en las empresas productivas. Ello implica que los beneficios que existen en el mundo productivo (el mundo empresarial que produce bienes y servicios) son relativamente bajos lo que explica que la gente que tiene mucho dinero no invierte en empresas productivas sino en inversiones que no son productivas sino especulativas, que tienen una rentabilidad mayor. Invierten en terrenos, por ejemplo, para venderlos más tarde, cuando el precio de tales terrenos aumenta. Lo mismo ocurre en cuanto a inversiones especulativas (sean estas acciones en empresas.com o en vivienda, o en petróleo, o en alimento) que no intentan estimular la producción sino la acumulación de la propiedad para poder venderlas más tarde y a mayor precio. Se van creando así precios artificiales, llamadas burbujas, que van explotando una tras otra, creando crisis que se van acumulando hasta llegar a explotar, esta vez muy espectacularmente, al coincidir varias a la vez. Parodiando la famosa película, La perfecta tormenta, estamos ahora viendo la perfecta tormenta económica y financiera.La solución de la crisis: la expansión de la demanda

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